José Mejías Mejías: A la memoria de su sangre inocente, por Javi Osuna

Iglesia de San José.

Iglesia de San José. Donde tuvieron lugar los hechos.

Este primer documento de los cuatro de abajo, aportado por José Luis Gutiérrez, experto en Memoria histórica, son las diligencias sumariales de la autoridad militar, por el incendio de la Iglesia de San José, acaecido en la madrugada del 19 de julio de 1936, que se debatieron esta semana en la APC, en las I Jornadas de Memoria. Uno de los fusilados fue José Mejías Mejías, cuñado de Enrique Villegas, quien nos transmitió la información oral y la desgarradora pena que sufrió su madre, suegra de Enrique, por el derrame de aquella injusta e inútil sangre inocente de su hijo.

Escribe Gutiérrez Molina:

«Serían las doce y media de la noche de la madrugada del 19 de julio cuando medio centenar de personas se acercaron a la iglesia de San José. Portaban maderas y gasolina que apilaron en su puerta. Le prendieron fuego. Mientras, otros levantaron un marmolillo de la entrada de la calle San Miguel y con él comenzaron a quitar los adoquines de la carretera general y levantaron una barricada.

La iglesia ardió toda la noche y hacia las 6,30 de la mañana del 19 apenas quedaban los muros. Algunos vecinos avisaron a los bomberos y a la Guardia Civil, que tenía un Cuartel en la cercana calle Adriano, hoy avenida de Portugal, que no se presentaron. Como ocurrió con el fielato de Consumos, donde el guardia y el sereno desarmado le dijeron que no podían intervenir.

La persecución de los supuestos responsables fue inmisericorde y al menos diez fueron asesinados. Algunos, incluidos menores de edad, ante la puerta de la iglesia. En la imagen un procedimiento abierto a algunos de los acusados con el «x-2» que señalaba que habían sido asesinados junto a sus nombres».

Por nuestra parte, añadiremos que José Mejías Mejías, era nieto de Manuel Mejías y de Mercedes Torres Aragón, sobrino de Dolores Mejías Torres y de Manuel Mejías Torres, e hijo, en línea paterna, de José Mejías Torres, comparsista que había participado con «El Tío de la Tiza» en el coro «Los médicos modernistas» de 1902, y por la línea materna, era hijo de Concepción Mejías Rodríguez (suegra de Enrique Villegas Vélez). Sus hermanos eran Manuel Mejías Mejías, Baldomero Mejías Mejías, María Mejías Mejías, Concepción Mejías Mejías (esposa de Enrique Villegas) y Salvador Mejías Mejías.

En el seno de su familia siempre se tuvo la creencia de que fue fusilado «por ser amigo del autor material que quemó la parroquia del barrio gaditano de San José», esa fue la información oral que en su momento nos proporcionó Enrique Villegas y, aunque aquí poco importe, entroncado con los ex futbolistas del Cádiz, Pepe Mejías y Salvi Mejías, ambos ligados a un club que vulnera la Ley de Memoria Histórica.Salva y Pepe Mejías

Ese mismo criterio fue el que le transmitió con posterioridad a Santiago Moreno (1), Nandi Chirino Mejías, por lo que, como bien dice Moreno, se trata de una versión, admitida y heredada, por la oralidad: «La tradición familiar ha trasmitido la creencia de que su fusilamiento se justificó por parte de los golpistas porque José era amigo personal del que prendió fuego a la iglesia de San José». Moreno Tello, como experto en memoria histórica y el autor que más ha investigado la represión de los comparsistas en el golpe militar, apoyado en diversas fuentes y en Alicia Domínguez Pérez.

Documento donde eufemisticamente se menciona que se le aplicó el bando de guerra

Documento donde eufemísticamente se menciona que se le aplicó el bando de guerra

José Mejías Mejías, había participado en la murga de San José: «Los enchufistas de un país desconocido», una murga teñida de sangre inocente a la que Cañamaque le puso música y con la que tuvo un vinculo incontestable. La letra era de su amigo Juan Sevillano Soria, a quien ya le había compuesto en la segunda década del siglo XX. Se trata de una de las agrupaciones a la que el fatídico golpe de estado de 1936 les fusiló a algunos de sus componentes.

Se cebaron de manera especialmente encarnizada con las murgas rojas del barrio obrero de San José, de extramuros, un foco especialmente combativo y contestatario de letras y pensamientos, al que la historia le adeuda un merecido reconocimiento. Todos ellos oriundos de la zona, entre fértiles huertas y acequias, bodegas y maestros toneleros; redes, rederos, carpinteros de ribera y embarcaciones de bajura: Callejón Escalzo; Adriano, San Bartolomé y el número 9 de la calle Marqués de Coprani, o sea, la Casa de los Chinchorros. El tipo aparece descrito en la solicitud: «Peluca gorra, levita color azul con vivos amarillos, polainas negras, pantalón rosa y zapatillas negras con una caja y bombo».

Da escalofríos pensar que tanto el director de la murga, Guillermo Crespillo Lavié, como el componente que firma y rubrica la instancia «Por orden», José Mejías Mejías, que a continuación mostramos, fueron fusilados sin compasión . Guillermo Crespillo Lavié, había dirigido la murga más castigada de todas: «El frailazo y sus tragabuches», parodia sarcástica contra la Iglesia que el bando golpista vengó, con rencor macerado, con dos tiros en la nuca. El 1 de agosto de 1936, aparecerá Guillermo Crespillo Lavié muerto en la Plaza de Viudas con cuatro orificios en el cráneo —dos de entrada y dos de salida— por disparo de arma de fuego ¿Su crimen? Haberse vestido de fraile cuatro años antes.


Por Javier Osuna 
Nota publicada en Facebook de Javier Osuna y con el que contamos con su autorización para su reproducción carranzaincumple.com