Reconstruyendo la historia: El caso de Carlos Bouha Feria

La inoportuna, improcedente, inconveniente iniciativa/ocurrencia de Bruno García León, alcalde de Cádiz, de apelar a la buena fe para impulsar una idea del Cádiz CF de renombrar otra vez al estadio municipal de la ciudad de Cádiz con el apellido Carranza ha removido la conciencias de muchos de nosotros.

Así, el historiador y psicólogo José Luis Gutiérrez Molina ha desenterrado del olvido el caso de Carlos Bouha Feria, un empleado temporal del Ayuntamiento de Cádiz cuyo destino quedó envuelto en el manto de la represión tras el golpe de Estado ejercida por el alcalde Ramón de Carranza y que fue especialmente virulenta para los empleados municipales. Este sevillano afincado en Cádiz, que trabajaba en la sección de Estadística del consistorio, se convirtió en una de las primeras víctimas de la purga llevada a cabo por el régimen golpista en julio de 1936.

La investigación revela que Bouha Feria fue cesado el 22 de julio de 1936, tras no presentarse a su puesto de trabajo. Este hecho lo situó en el punto de mira de la nueva administración encabezada por Eduardo Aranda Asquerino, yerno de Ramón de Carranza y pieza clave en la liberación del general Varela. Los archivos municipales y militares dibujan un retrato fragmentado de Bouha, vinculándolo con organizaciones como el Socorro Rojo Internacional y las Juventudes Socialistas Unificadas.

La complejidad de su apellido de origen belga generó confusiones en los registros oficiales, apareciendo como «Bolina» o «Boulia» en diversos documentos. Esta inconsistencia en los registros ha dificultado aún más el seguimiento de su paradero. Se sabe que vivía con su hermana Luisa en el número 22 de la calle Sopranis y que ambos militaban en las Juventudes Socialistas Unificadas.

El destino final de Carlos Bouha Feria sigue siendo un misterio. Existe la posibilidad de que sus restos se encuentren entre los cuerpos no identificados enterrados en el cementerio de Cádiz durante los primeros meses del conflicto. Sin embargo, la falta de registros sobre su detención o encarcelamiento deja abierta la posibilidad de que hubiera logrado huir.

El caso se complica aún más con la historia de su hermana Luisa, quien fue encarcelada el 19 de septiembre de 1936 y liberada en diciembre bajo la inquietante frase «entregada a los agentes». Esta información añade una capa adicional de misterio a la historia familiar.

Gracias a la iniciativa de un nieto de Luisa Bouha, quien contactó con la Oficina Municipal de Memoria Histórica de Cádiz, se ha reavivado el interés por este caso. Aunque Carlos Bouha Feria sigue desaparecido, esta nueva información contribuye a recuperar su memoria y podría conducir a esclarecer su destino final.

Este caso ejemplifica la complejidad de la investigación histórica sobre la represión ejercida bajo el mandato de Carranza en Cádiz. Subraya la importancia crucial de la memoria familiar en la reconstrucción de estos episodios oscuros de nuestro pasado reciente. Sin embargo, como señala Gutiérrez Molina, es probable que nunca se logre cerrar completamente el círculo de los asesinados por los golpistas de julio de 1936, debido al tiempo transcurrido, la destrucción deliberada de documentos, y la desaparición de testigos directos.

La historia de Carlos Bouha Feria nos recuerda la importancia de continuar investigando y documentando estos casos, para que las víctimas de la represión franquista no caigan en el olvido y sus historias puedan ser finalmente contadas.