Máximo respeto al apellido Carranza.
Ante todo, dejar claro que en absoluto se trata de ir contra el apellido Carranza, que nos merece el mismo respeto que cualquier otro, independientemente de lo que haya podido hacer alguna persona bajo su nombre. Se trata solo de una persona con este apellido, Ramón de Carranza y Fernández-Reguera, marqués de Villa Pesadilla.
Ramón de Carranza participó en la gestación del golpe de Estado de 1936 y en la inmediata represión como alcalde de Cádiz.
Los documentos y testimonios históricos evidencian que Ramón de Carranza, siendo presidente de las Cortes Generales, participó en la gestión del golpe de Estado de 1936; siendo nombrado alcalde de Cádiz. Unos días después, el alcalde legítimo, Manuel de la Pinta, de 31 años, era fusilado en los fosos de Puerta de Tierra. Muchos gaditanos corrieron el mismo destino que su alcalde, bajo la sombra del que llamaban Don Ramón. El desconocimiento sobre su persona ya no sirve como justificación para seguir homenajeando al estadio con su nombre.
Llamarse solo «Carranza» ignora la historia, pero no la borra.
Es una evidencia que el nombre del estadio como «Carranza» ha quedado muy arraigado en la cultura social de Cádiz. Han sido cerca de setenta años llamándose así, ¡más de cuarenta de ellos en democracia!, lo cual resulta incomprensible y dice mucho.
Es normal esa identidad y memoria colectiva a la que alude la solicitud del Cádiz C. F. al Ayuntamiento para recuperar el nombre de «Carranza», a secas, en un intento de despersonalizarlo, pero, con todo lo que hay detrás, es imposible desprenderse de la figura que le dio nombre.
En el argumentario del Ayuntamiento también se aboga a que el nombre de «Carranza» trasciende en todo lo que se refleja respecto a su nombre anterior, en un absoluto desprecio a la historia. ¿Cómo el simple nombre de un estadio puede trascender a la historia, por muy arraigado que esté el nombre en la memoria colectiva? ¿Cómo puede trascender ese nombre al horror sufrido por cientos de familias gaditanas?
De consumarse la acción del Ayuntamiento, se trataría de algo mucho más grave que una falta de respeto a Cádiz y su historia, sería un grave atentado contra la memoria, contra la convivencia y contra la democracia.
Llamarse «Carranza», sin el «Ramón», es un intento por ignorar la historia, pero no puede borrarla. Y eso sin entrar en temas legales. El estadio pasaría a llamarse «Carranza» porque en su momento se dedicó a Ramón de Carranza.
¿En nombre del Cadismo?
El Cádiz C. F. en su solicitud y el Ayuntamiento en el inicio de los trámites se hacen valedores del deseo del «cadismo». E igualmente muchos medios de comunicación se permiten hablar en nombre de todo el cadismo. Para empezar, el cambio de nombre no lo debe decidir el cadismo, lo tendrá que decidir los gaditanos, pues el estadio es municipal. Pero, además, ¿de qué cadismo hablan?, ¿cómo se pueden permitir decir que el cambio obedece a una opinión mayoritaria? Si realmente están tan seguro de ello, que se atrevan a hacer un referéndum. No se atreverán.
No es una cuestión de legalidad, ni de ideología, sino de respeto.
Se trata de no olvidar de dónde venimos y qué queremos. Volver a «Carranza» no es solo una cuestión de incumplimiento de la ley, sino que INCUMPLE con el respeto a la historia y a la dignidad democrática. Para seguir creciendo en el respeto y la convivencia, independientemente de creencias, ideologías o deseos, hay que respetar y cumplir con la historia, no ignorarla.