Llamarse solo «Carranza» ignora la historia, pero no la borra.
Es una evidencia que el nombre del estadio como «Carranza» ha quedado muy arraigado en la cultura social de Cádiz. Han sido cerca de setenta años llamándose así, ¡más de cuarenta de ellos en democracia!, lo cual resulta incomprensible y dice mucho.
Es normal esa identidad y memoria colectiva a la que alude la solicitud del Cádiz C. F. al Ayuntamiento para recuperar el nombre de «Carranza», a secas, en un intento de despersonalizarlo, pero, con todo lo que hay detrás, es imposible desprenderse de la figura que le dio nombre.
En el argumentario del Ayuntamiento también se aboga a que el nombre de «Carranza» trasciende en todo lo que se refleja respecto a su nombre anterior, en un absoluto desprecio a la historia. ¿Cómo el simple nombre de un estadio puede trascender a la historia, por muy arraigado que esté el nombre en la memoria colectiva? ¿Cómo puede trascender ese nombre al horror sufrido por cientos de familias gaditanas?
De consumarse la acción del Ayuntamiento, se trataría de algo mucho más grave que una falta de respeto a Cádiz y su historia, sería un grave atentado contra la memoria, contra la convivencia y contra la democracia.
Llamarse «Carranza», sin el «Ramón», es un intento por ignorar la historia, pero no puede borrarla. Y eso sin entrar en temas legales. El estadio pasaría a llamarse «Carranza» porque en su momento se dedicó a Ramón de Carranza.